Calles que hablan

¿Sabías que las calles hablan? Yo no lo sabía, lo descubrí el otro día, justamente el día en que dijiste que te ibas para no volver.

Fíjate, te cuento, iba yo pasando por la calle, aquella en la que, una vez nos vimos casi de madrugada, aquella vez en que tú no te animabas a pedirme algo que querías pedirme, me acuerdo, estuvimos ahí largo rato… pero te iba diciendo que pasaba por ahí y cuando menos lo esperaba la calle dijo «¡Pensé que nunca lo dirías!» Fue algo así como un susurro en sonido estereofónico, con eco ¿sabes?

Se me enchinó la piel. Luego me dije – Han de ser los ecos de tu mente – y me seguí de largo.

 

Recuerdo fugaz

Recuerdo la última primavera que te vi, era la temporada de la más brillante luz en aquella pequeña colina. La visión más hermosa era ver los rayos de sol filtrándose entre las hojas de aquellos copiosos árboles hasta acariciar el suelo y esparcirse dibujando pequeños destellos de luz que danzaban al antojo del viento, y el aroma a flores inundándolo todo.

Te recuerdo tendida en el pasto o corriendo colina abajo como un venado envuelto en gasas azules… como un venado envuelto en gasas azules… como un venado envuelto en gasas azules.