- Encuentro placer en mirarme hacia adentro. Introspección creo que le llaman.
- Disfruto la soledad. De niña decía que de grande sería ermitaña. No recuerdo cómo conocí esa palabra, pero pensaba con frecuencia que un día me iría a vivir sola al monte.
- Cuando era niña tenía algunas certezas afianzadas quién sabe en qué. Yo estaba segura, por ejemplo, de que mi nombre no correspondía a quien yo soy. Yo sabía que no me llamaba como me llamaban. En cambio me «sonaba bien» llamarme: Renata, René o Ángel. Poco a poco, con los años y el golpeteo constante que resonaba dentro de mí cuando me nombraban, me fui sintiendo cómoda con ser llamada Gabriela.
- También de niña sentía poder acallar o hacer «hablar» a los animales. Podía hacer callar a un perro que ladraba o cantar a un ave posada cerca mío. Juro que, no sé cómo, cada vez que lo pensaba y deseaba en mi mente, ocurría.
- Siempre sentí que tenía una mente poderosa, conectada, bendecida. Por otro lado, tenía un cuerpo débil y era muy enfermiza. Tras muchos años de pensar decididamente que soy fuerte, me convertí en una persona muy saludable que casi nunca enferma de nada.
- De niña cantaba frente al ventilador para que mi voz se escuchara más grave. Yo juraba que al hacerlo cantaba igualito que Amanda Miguel… Por supuesto, lo que cantaba era su éxito «Él me mintió»
- Al ir creciendo y entrando a la pubertad, sentía que estaba a punto de perder algo para siempre y mi cabeza me repetía con frecuencia «no quiero olvidarlo»… con el tiempo olvidé lo que no quería olvidar.
- Cuando me empezaron a crecer los pechos me sentía muy orgullosa y feliz, pero cuando descubrí que al correr rebotaban y me causaban incomodidad o que no podía acostarme boca abajo como antes, desee operarme para quitármelos.
- Me enamoré por primera vez en primero de secundaria, tenía 11 años. No recuerdo su nombre, sólo su apodo, «Rabit». Nunca cruzamos palabra alguna, sólo una vez me le acerqué para darle un «boli» que compré para que se pusiera en la cara después de verlo pelear en el parque de enfrente de la escuela. Era el chico banda del grupo F y yo la niña aplicada del grupo B… Sin embargo, yo solía pensar en él cuando leía la «Canción desesperada» de Neruda.
- El primer libro verdaderamente grande que leí fue «Las mil y una noches». Tenía 12 años y me gustaba leerlo porque algunas de las descripciones de Sherezada me parecían apasionantes y eróticas. Fue la primera vez que sentí deseo.
- Fui mamá adolescente. Me embaracé a los 15 años y a los 16 me estrené como mamá. Sufrí y me sentí muy angustiada al saber de mi embarazo, pero cuando sostuve por primera vez en mis brazos ese cuerpecito suave y blandengue que olía a cielo conocí, por primera vez, la grandeza del amor en toda su dimensión. La vida me regaló esa sensación dos veces más.
- Parir es una experiencia mágica, alucinante. Soy una gran paridora, tuve tres partos naturales y el último lo viví sin dolor gracias a un libro que leí sobre la experiencia de mujeres de otras culturas que paren sin sentir dolor alguno.
- Me embelesa, desde siempre, mirar-sentir la naturaleza. Una hoja, la hierba, la luz del sol que se cuela entre las ramas de los árboles y dibuja destellos danzarines en el suelo, sentir la arena, la lluvia, escuchar el viento, las olas del mar, un pájaro. Me encanta abrazar árboles. Amo el mar.
- Creo que el mar es el gran útero de la vida. Al nadar en él siento que estoy nuevamente en el vientre de mi madre.
- Una vez me metí al mar de noche y con la ropa puesta. Fue una sensación escalofriante y maravillosa estar sumergida en el agua en medio de la oscuridad. Recuerdo que el agua estaba tibia esa noche.
- Odio la idea de ser enterrada en un ataúd y dejada en un cementerio. Cuando muera quiero ser incinerada y que mis cenizas sean esparcidas en un jardín o en el mar.
- La muerte de mi padre cuando yo tenía 14 años ha sido el dolor más grande y largo que he vivido. Aún me duele, pero puedo sentir como si no se hubiera ido nunca. Recuerdo perfectamente su olor, su sonrisa, como bailaba y el timbre de su voz.
- Fui violada repetidas veces por mi primera pareja sexual quien se convirtió en mi primer esposo. Él era 6 años mayor que yo. Nunca solía preguntar si yo estaba de acuerdo y yo terminaba cediendo sin poner resistencia. Cuando comencé a decir no, primero con escusas, gestos y luego con gritos, tampoco le importó.
- Durante un tiempo de depresión, pensé en el suicidio. Había elegido una manera de hacerlo que no resultara horrible para quien me encontrara.
- Me gustan mis olores, todos (aunque a otras personas no, jeje), el de mi sudor, mi cabello, mi sexo. Por esa razón no me gusta usar perfumes, no me gusta cambiar o disfrazar mis olores por otros.
- Siempre he amado tener el pelo largo. Me gustaría poder tenerlo hasta las rodillas, pero nunca me ha crecido más allá de media espalda o casi hasta la cintura. Una vez quise tener rastas. Nunca me las hice.
- Me gusta mucho poder jugar con la propia imagen y las posibilidades de transformarse para expresar un poco lo que unx es. Me perforé la ceja a los 26 y me hice mi primer tatuaje a los 33. Tengo una lista de los tatuajes que quiero hacerme. A la fecha sólo he podido hacerme tres.
- Soy bisexual. Para mí el mundo está lleno de personas maravillosas, hombres y mujeres. Soy perfectamente capaz de enamorarme de cualquier alma sin importar el cuerpo que habita y soy perfectamente capaz de disfrutar de cualquier cuerpo que albergue un alma maravillosa.
- Me gusta escribir, poemas o lo que sea que esté en mi mente. Nunca he pensado que lo hago muy bien, pero una vez alguien se enamoró de mí por el hecho de saber que escribía. Se convirtió en el más grande amor de pareja que he tenido en mi vida.
- He sentido el corazón verdaderamente roto 4 veces. En todas fue la misma persona quien lo rompió. Sin embargo aprendí que nadie puede hacerme sufrir sin mi consentimiento, así que he sido yo misma quien más me he hecho sufrir, porque a pesar de que se siente como si fuera la otra persona quien te hace ese daño, en realidad es unx mismx, con sus ideas y construcciones del amor quien se causa ese dolor… Sigo trabajando en mí misma para sanar eso.
- He descubierto que unx se puede enamorar a pesar de ya estar enamorado.
- Mi enamoramiento más largo comenzó cuando yo tenía 22 años y dura hasta hoy. Ha sido una experiencia maravillosa y terrible ver esa atracción arrasadora transformarse en el amor más profundo, en el dolor más profundo, en la amistad más fuerte y duradera. Sólo recomendaría la experiencia bajo la leyenda «Involúcrese y apueste el corazón bajo su propio riesgo»