Hay vocablos que provienen del origen. Vocablos tan antiguos, que resonaron en el inicio de todo. Aquel instante primero, la descarga primigenia de energía vital que se repite y se repite, como un eco interminable en todos los inicios.
Aquel instante tuvo un color, un olor, una forma y un sonido determinado.
Quedó grabado para siempre en el primer llanto del niño que nace, en el primer sonido de cada vida que inicia. Está grabado en el susurro del viento, en el gorgotear de la lluvia al caer o del río a su paso, en el rompimiento de las olas. Está en todos los gemidos y en el último suspiro con el que se transita de una vida a la otra. Todo suena igual que aquel primer instante, todo repite su nombre.
Todo pasa y todo queda… Todo lo que se va, regresa. El tiempo vuelve.
En esa confianza, espera.