Declaro que soy perfecta e imperfecta a la vez aunque pueda parecer contradictorio. Soy perfecta porque estoy hecha a imagen y semejanza de la divinidad que desde siempre habita en mí y en la que habito desde el inicio de los tiempos. Soy imperfecta porque soy solamente la suma de todas mis intensiones, pequeñas y confusas a veces, pero siempre encaminadas hacia la claridad, la luz y el bien.
Soy un caminar de pasos cortitos, en ocasiones cautelosos por desconocer el camino o el rumbo y otras acelerados, impulsivos por el deseo de querer avanzar y llegar quien sabe a dónde, pero llegar. Y luego reflexiono y me doy cuenta que estoy llegando siempre y al mismo tiempo, sé, no he de terminar de llegar nunca. Vivir es un ejercicio constante, una suma de intentos que hay que aprender a amar.