Primer Encuentro Internacional de Mujeres que Luchan en Territorio Zapatista, Caracol Morelia, Chiapas, México.
Encuentro realizado los días 8, 9 y 10 de marzo de 2018
La luz es esa energía que al propagarse
ilumina las cosas y las hace visibles.
Carta a Arizbé, Amairani, Paulina, Ale, Marisol, Mati, Ixchel:
Niñas queridas, ustedes son las mujercitas en formación de dos familias de hombres y mujeres que luchan y, por ahora, no han podido ir con nosotras, su madre y tías a este viaje a territorio zapatista, pero yo he querido escribirles esta carta pública para contarles, a ustedes y a todas quienes no pudieron estar en el Encuentro Internacional Político, Artístico, Deportivo y Cultural de Mujeres que Luchan, acerca de la luz que se encendió y ardió en esos días y que esperamos poder mantener encendida.
Les cuento que, desde el corazón tierno, generoso y aguerrido de las mujeres zapatistas recibimos la invitación a asistir a uno de sus territorios, al Caracol Morelia. Nos invitaron a su casa, nos proporcionaron espacio y oportunidad para que más de 7 mil mujeres pudiéramos escucharnos y encontrar la fuerza para organizarnos más y mejor para seguir luchando contra un sistema que nos desprecia, nos discrimina, nos utiliza y nos violenta como mujeres.
Les debo confesar que es muy difícil, creo que no sólo para mí, sino para todas las que estuvimos presentes, encontrar las palabras para describir la luz que significaba cada cartel de bienvenida, cada palabra que se compartía, la alegría que sentimos al estar ahí para compartir solamente entre mujeres (Los hombres no tenían permitida la entrada al Caracol) y compartirles también el ánimo de compromiso con el que volvimos.
En este encuentro de tres días nos reunimos más de 7 mil mujeres de diferentes edades y culturas, mujeres que hablamos diferentes lenguas, mujeres de más de 30 países; mujeres zapatistas, mujeres de pueblos originarios, lesbianas, mujeres con alguna discapacidad, mujeres artistas, maestras, sanadoras, periodistas, deportistas, activistas, niñas, jóvenes, adultas y abuelas de edad, todas mujeres que luchamos, cada una a su modo contra el sistema capitalista patriarcal que por ahora gobierna el mundo y que lo único que hace es sembrar muerte, oscuridad y destrucción mientras que lo que nosotras queremos es sembrar vida, iluminar y construir. Porque es sabido que donde el capitalismo y el patriarcado destruyen, nosotras las mujeres tejemos, sembramos y reconstruimos.
¿Se lo pueden imaginar? Miles de úteras y corazonas brillando y latiendo juntas en una mezcla de gozo por tener un espacio solo para nosotras cuando el mundo parece negarnos, todos los días, un lugar digno para nuestra existencia. Compartimos alegría, pero también rabia e indignación al escuchar los dolores profundos que nos atraviesan a todas sin importar la geografía que habitamos… Y también hubo sororidad, apoyo mutuo y la promesa de que vamos a seguir luchando por todas las mujeres del mundo que viven violencia, por las que nos han violado, por las que nos han secuestrado, encarcelado, asesinado, por ustedes, para que seamos capaces de poner todo nuestro esfuerzo para ir construyendo otro mundo, uno que sea cada día un poco mejor, más digno y donde ya no existan ideas tontas que privilegian a los hombres por sobre las mujeres.
Las compañeras zapatistas comenzaron su palabra colectiva, en voz de la insurgenta Erika, mandando un abrazo a la familia de una compañera que falleció el pasado 14 de febrero, Eloísa Vega Castro quien murió en un accidente mientras acompañaba el recorrido de la vocera Marichuy del CIG (Concejo Indígena de Gobierno del CNI). Eloísa fue una mujer que luchó y hoy nos hace falta como muchas otras y por eso no la olvidamos.
También nos compartieron sus historias, las de las abuelas antes del alzamiento del EZLN, las de sus madres y hermanas mayores que lucharon y luchan y las de las más jóvenes que van creciendo en la resistencia. Escuchamos las difíciles condiciones en que vivieron, sus dolores de cuando los finqueros las explotaban y abusaban de ellas, de cómo para ellas no había descanso ni en la finca ni en la casa porque el marido era como un pequeño patroncito, de cómo veían morir a niños, niñas y ancianxs de enfermedades curables, de calentura, porque no había atención médica. Y también nos contaron de su rabia por todo el desprecio, la humillación, las burlas, las violencias, los golpes, las muertes, por ser mujer, por ser indígena, por ser pobre y por ser zapatistas. Y todas las que estábamos escuchando nos veíamos en ese espejo que son las compañeras y nos identificamos porque como mujeres entendemos ese dolor, porque esa humillación y esas burlas y violencias también la conocemos nosotras. Y entonces lloramos juntas, pero luego nos dimos abrazos y ánimos porque gritamos muchas consignas, que “No estamos solas”, que “Va a caer, va a caer, el patriarcado va a caer” y luego nos escuchamos y participamos en las más de 100 actividades que había programadas por día y que eran impartidas por las mismas asistentes al encuentro: Ponencias, talleres, pláticas, poesía, performance, exposiciones, partidos de futbol o voleybol, y al final del día bailamos y nos alegramos de nuevo al ritmo de las compañeras músicas, en especial de las compas zapatistas del grupo “Rebeldía y Resistencia” del Caracol de Oventik.
En esos días se abordaron los muy variados temas que nos atraviesan e importan como mujeres que somos. Desde los temas de violencia de género, la salud y los cuidados, cómo le hacemos para construir una educación anticapitalista y antipatriarcal para nuestrxs hijxs, hasta los temas de nuestra sexualidad, parto y menstruación consciente, el tema de los feminismos interraciales, la diversidad y las disidencias sexuales o las deidades femeninas y las mujeres desdibujadas en la historia, y tantos, tantísimos otros temas que no alcanzamos a escuchar.
Al finalizar el encuentro, acordamos no rendirnos, no vendernos, no claudicar… luchar, resistir, vivir.
Las luces del Caracol se apagaron y las 2 mil compañeras zapatistas bases de apoyo que asistieron al Encuentro encendieron una vela, una pequeña luz mientras nos decían:
ESA PEQUEÑA LUZ ES PARA TI.
LLÉVALA, HERMANA Y COMPAÑERA.
CUANDO TE SIENTAS SOLA.
CUANDO TENGAS MIEDO.
CUANDO SIENTAS QUE ES MUY DURA LA LUCHA, O SEA LA VIDA,
PRÉNDELA DE NUEVO EN TU CORAZÓN, EN TU PENSAMIENTO, EN TUS TRIPAS.
Y NO LA QUEDES, COMPAÑERA Y HERMANA.
LLÉVALA A LAS DESAPARECIDAS.
LLÉVALA A LAS ASESINADAS.
LLÉVALA A LAS PRESAS.
LLÉVALA A LAS VIOLADAS.
LLÉVALA A LAS GOLPEADAS.
LLÉVALA A LAS ACOSADAS.
LLÉVALA A LAS VIOLENTADAS DE TODAS LAS FORMAS.
LLÉVALA A LAS MIGRANTES.
LLÉVALA A LAS EXPLOTADAS.
LLÉVALA A LAS MUERTAS.
LLÉVALA Y DILE A TODAS Y CADA UNA DE ELLAS QUE NO ESTÁ SOLA, QUE VAS A LUCHAR POR ELLA.
QUE VAS A LUCHAR POR LA VERDAD Y LA JUSTICIA QUE MERECE SU DOLOR.
QUE VAS A LUCHAR PORQUE EL DOLOR QUE CARGA NO SE VUELVA A REPETIR EN OTRA MUJER EN CUALQUIER MUNDO.
LLÉVALA Y CONVIÉRTELA EN RABIA, EN CORAJE, EN DECISIÓN.
LLÉVALA Y JÚNTALA CON OTRAS LUCES.
LLÉVALA Y, TAL VEZ, LUEGO LLEGUE EN TU PENSAMIENTO QUE NO HABRÁ NI VERDAD, NI JUSTICIA, NI LIBERTAD EN EL SISTEMA CAPITALISTA PATRIARCAL.
ENTONCES TAL VEZ NOS VAMOS A VOLVER A VER PARA PRENDERLE FUEGO AL SISTEMA.
Y TAL VEZ VAS A ESTAR JUNTO A NOSOTRAS CUIDANDO QUE NADIE APAGUE ESE FUEGO HASTA QUE NO QUEDEN MÁS QUE CENIZAS.
Y ENTONCES, HERMANA Y COMPAÑERA, ESE DÍA QUE SERÁ NOCHE, TAL VEZ PODREMOS DECIR CONTIGO:
“BUENO, PUES AHORA SÍ VAMOS A EMPEZAR A CONSTRUIR EL MUNDO QUE MERECEMOS Y NECESITAMOS”.
Y ENTONCES SÍ, TAL VEZ, ENTENDEREMOS QUE EMPIEZA LA VERDADERA CHINGA Y QUE AHORITA COMO QUIEN DICE QUE ESTAMOS PRACTICANDO, ENTRENANDO PUES, PARA YA ESTAR SABEDORAS DE LO MÁS IMPORTANTE QUE SE NECESITA.
Y ESO QUE SE NECESITA ES QUE NUNCA MÁS NINGUNA MUJER, DEL MUNDO QUE SEA, DEL COLOR QUE SEA, DEL TAMAÑO QUE SEA, DE LA EDAD QUE SEA, DE LA LENGUA QUE SEA, DE LA CULTURA QUE SEA, TENGA MIEDO.
PORQUE ACÁ SABEMOS BIEN QUE CUANDO SE DICE “¡YA BASTA!” ES QUE APENAS EMPIEZA EL CAMINO Y QUE SIEMPRE FALTA LO QUE FALTA.
Todas sabemos que la luz es algo que se puede mirar y hasta sentir, pero ¿se le puede escuchar?
¡NUNCA MÁS UN MUNDO SIN NOSOTRAS!